Imagínate que vas saliendo de la estación del metro en dirección a una de tus plazas comerciales favoritas, de manera sorpresiva, te invade una intensa preocupación de que algo malo va a ocurrir, sientes un fuerte nudo en la garganta, intentas respirar e inhalar oxígeno para recuperar la compostura, pero es sumamente complicado (nunca se te había hecho tan difícil respirar), tratas de aferrarte a una pared, comienzas a sudar, sientes náuseas y tu corazón se acelera; piensas que podrías estar sufriendo un ataque cardíaco, por lo que te invade un fuerte temor. Sin embargo, como si fuese un milagro, el nudo en la garganta cesa, comienzas a respirar de manera normal y tu ritmo cardíaco disminuye; ves que estas empapado en sudor, estas asustado porque temes que te vuelva a ocurrir algo así nuevamente. Una vez tienes la cabeza despejada te preguntas, ¿Qué me pasó?, ¿me estoy volviendo loco/a?…
La respuesta es NO, no estas enloqueciendo. Es probable que hayas experimentado un fenómeno psicológico llamado ataque de pánico, anteriormente conocido como “crisis de angustia”.
¿Qué es un ataque de pánico?
Un ataque de pánico es un miedo intenso, en ocasiones sin razón aparente, que invade a la persona que lo experimenta de manera abrupta y es acompañado de síntomas físicos (presión en el pecho, náuseas, etc.). Durante estos periodos de miedo intenso se suele pensar que algo malo va a suceder, que podrías morir o pensamientos igual de catastróficos.
Los ataques de pánico pueden ser desencadenados por una situación u objeto específico que te afectaron de manera negativa en el pasado (quizás fuiste atracado a punta de pistola por dos hombres en un motor 115 cerca del lugar donde sufriste el ataque de pánico, dejándote a penas con el pasaje de regreso y un susto de muerte). Pero, en ocasiones el ataque de pánico puede suceder sin vinculación aparente con las situaciones, por lo que las personas que padecen de ataques recurrentes tienden a aislarse y estar constantemente preocupados por la aparición de un nuevo episodio, ya que, al no conocer las causas de su procedencia, no saben con exactitud cuándo ocurrirán estos.
Los ataques de pánico varían en duración, de unos cuantos segundos a muchas horas e incluso días. También, difieren en su severidad y en el grado de incapacidad que provocan (Irwin G. Sarason, 2006).
Cuando se experimentan episodios de pánico inesperados de manera recurrentes y durante al menos un mes de temor porque vuelva a suceder o de preocupación por sus consecuencias, estaríamos ante un posible Trastorno de Pánico.
Trastorno de Pánico
Según el DSM-5 (2013, p. 208) el trastorno de pánico es un trastorno de ansiedad frecuente en el que el paciente experimenta ataques de pánico inesperados (por lo general, muchos, pero siempre más de uno) y le preocupa desarrollar algún otro. Para que una persona pueda ser diagnosticada con Trastorno de Pánico debe de cumplir con los siguientes criterios:
A. Ataques de pánico imprevistos recurrentes. Un ataque de pánico es la aparición súbita de miedo intenso o de malestar intenso que alcanza su máxima expresión en minutos y durante este tiempo se producen cuatro (o más) de los síntomas siguientes:
Nota: La aparición súbita se puede producir desde un estado de calma o desde un estado de ansiedad.
Síntomas de un ataque de pánico
- Palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardíaca.
- Sudoración.
- Temblor o sacudidas.
- Sensación de dificultad para respirar o de asfixia.
- Sensación de ahogo.
- Dolor o molestias en el tórax.
- Náuseas o malestar abdominal.
- Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo.
- Escalofríos o sensación de calor.
- Parestesias (sensación de entumecimiento o de hormigueo).
- Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (separarse de uno mismo).
- Miedo a perder el control o de “volverse loco.”
- Miedo a morir.
Entre otros tantos descritos en el DSM5.
Tratamiento para los ataques de pánico
El Trastorno de pánico es tratado por psicólogos y psiquiatras. Dentro de las estrategias más eficaces utilizadas por los profesionales de la salud mental para el tratamiento de este, podemos mencionar:
Confrontar las distorsiones cognitivas que podrían estar contribuyendo a la aparición o mantenimiento de los ataques de pánico. Dentro de la misma se destaca el entrenamiento en técnicas de relajación y la psicoeducación, ya que enseñar a las personas sobre los ataques de pánico que padecen tiende a contribuir mucho al proceso de terapia.
El uso de fármacos, con la finalidad de reducir los signos y síntomas de la ansiedad sólo cuando estos son muy intensos e interfieren con el proceso de psicoterapia. Debemos tener mucha precaución con la ingesta de estos medicamentos, debido a que luego de un tiempo prolongado de consumo se puede crear tolerancia, por lo que requeriríamos dosis más altas del medicamento prescrito para poder seguir controlando los síntomas de ansiedad.
Conclusiones
No tienes de que preocuparte si sufriste en algún momento de tu vida un ataque de pánico, ya que es más frecuente de lo que te puedes imaginar (aproximadamente un 20% de la población mundial han experimentado un episodio alguna vez en su vida).
Por lo general, con la ayuda y asesoramiento psicológico adecuado, el Trastorno de Pánico puede ser tratado de manera efectiva. Usualmente, se recomienda no postergar la intervención, ya que a la larga esto contribuiría a la aparición de otros trastornos como la agorafobia (miedo intenso a los espacios abiertos, tales como plazas, parques, etc.), complicando así el cuadro clínico. Lo ideal es que, si llegaras a experimentar más de un ataque de pánico durante un periodo menor a un mes, consultes a tu médico, además de un trastorno psicológico, podría ser un síntoma de alguna enfermedad médica.
Referencias
JAMA. (23/30 de Marzo de 2011). Trastorno de pánico. Obtenido de The JAMA Network: http://jamanetwork.com/data/Journals/JAMA/18305/pdfpat032311.pdf