La deslealtad y la traición no siempre se expresa por medio de una aventura amorosa. Lo más frecuente es que adopte una forma que las parejas no consideran como una infidelidad.
Si un miembro de la pareja antepone siempre su carrera a la relación que mantiene con su compañero/a comete una traición. Al igual que si se empeña en no cumplir su promesa de fundar una familia también está traicionando a su pareja.
“Una omnipresente actitud de frialdad, el comportamiento egoísta, las injusticias y otras conductas destructivas constituyen igualmente una prueba de deslealtad y pueden provocar consecuencias tan devastadoras como las del adulterio”.
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¿Cómo se llega a ser infiel?
En el caso de la infidelidad, quien comete este acto, ya sea hombre o mujer, no lo hace de un día para otro, sino que “tiende a deslizarse por la pendiente que conduce a la infidelidad sin pretenderlo, sin percatarse y muy poco a poco”.
Para Gottman este descenso que caminan las parejas, antes de que ocurra una infidelidad, inicia con una cierta propensión a desentenderse del otro y no prestar atención a las emociones que pueden embargarle. Después vienen las situaciones de inundación hormonal (la mayoría de conflictos terminan en críticas y ataques o distanciamiento en la pareja), la acumulación de incidentes lamentables irresueltos, la influencia del efecto Zeigarnik (mayor probabilidad de recordar las disputas que no tuvieron una resolución positiva), el surgimiento de sentimientos negativos constantes y la aparición de la desconfianza.
En fin, estos comportamientos en las parejas dan cabida al surgimiento de una traición. Sin embargo, a pesar de que las consecuencias negativas de una infidelidad son arrolladoras, con un arduo trabajo terapéutico la pareja puede recuperarse, aunque no resultará fácil.
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Fuente: John Gottman y Nan Silver (2012), ¿Qué hace que el amor perdure?, PAIDOS, Barcelona.